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RE: Empezando una Vida en un Mundo Diferente Arco 5 Capitulo 72

ーーLa Espada del Dragón Reid era una espada de enigmas multitudinarios.

Era indudable que, a través de generaciones, se trataba de una espada atesorada transmitida en el linaje de la familia Astrea, que había dado lugar a 『Santos de la Espada』 uno tras otro, pero el origen de dónde les había sido concedida aquella Espada del Dragón era algo que no se había transmitido.
Una espada atesorada de un pasado tenebroso, y además, con la tortuosidad de ser incapaz de ser desenvainada por nadie más que por el 『Santo de la Espada』. Para ser precisos, incluso por el 『Santo de la Espada』, sólo podía ser desenvainada en momentos necesarios.

La espada atesorada que derrotó al Dragón Divino Volcánico, de la mano de la primera generación del 『Santo de la Espada』, Reid Astrea.
En el pasado, cuando los dragones habían avanzado en cantidades inmensas, esta espada legendaria los había abatido a todos por completo.
O tal vez no era más que una simple Cuchilla sin filo, una espada mágica que aumentaba su poder respirando la sangre del enemigo.

Innumerables eran las anécdotas que la rodeaban, todas carentes de pruebas, parecidas a meros cuentos de hadas.
En cualquier caso, nada era firme, ni existía forma alguna de confirmar nada.
Si había algo que se podía afirmar,

ーーLa Espada del Dragón Reid era una espada suprema que trascendía las espadas atesoradas, las espadas legendarias, o las espadas mágicas de cualquier disposición.
ーーEra el extremo de la realización del acero titulado la espada, no existía acero que la superara.

Incluso para Wilhelm, que había sido otorgado con el honor de un espadachín,『Van』, esta era sólo la tercera vez en toda su vida que ponía sus ojos sobre la blanca e incontaminada Cuchilla.

Wilhelm: «ーーReinhardt.»

 

Con la vaina negro azabache con grabados tallados por las garras del Dragón en la mano izquierda, y la Espada del Dragón empuñada en la derecha, estaba él.
Su pelo rojo mecido por el viento, dominando la situación seriamente por delante con sus ojos azules, no era nadie más que el 『Santo de la Espada』 de la generación actual, Reinhardt van Astrea.

Incluso Wilhelm se sintió sobrecogido por la noble figura, majestuosamente erguida.
Heredar 『Santo de la Espada』, y convertirse en la espada del reino como caballero imperial, era su verdadero nietoーー esta de hecho era la primera vez que Wilhelm, viendo su forma de pisar el campo de batalla.

Al perder Thearesia en la Gran Subyugación, Wilhelm abandonó la familia Astrea. Su disputa con su hijo y su nieto de entonces, seguía vigente incluso después de quince años, sin enterrar.
Por lo tanto, durante estos últimos quince años, Wilhelm continuó persiguiendo a su esposa, y apartando los ojos de su familia. Por lo tanto, ya fuera el deterioro de su hijo, o el crecimiento y los logros de su nieto, no había sido testigo de nada.

ーーPor eso, ahora mismo, le sobrecogía la figura de Reinhardt.

El que estaba allí de pie, era el 『Santo de la Espada』.
Un ser receptor del amor del Dios de la Espada, bendecido con el honor de poseer la habilidad de desenvainar la espada más grande, de pie sobre los deseos de los espadachines de todas las disposicionesーー que sólo podía ser, el 『Santo de la Espada』.

Al contemplar aquella figura, Wilhelm recordó.
Hacía tiempo que había olvidado su agonía. Lo que recordó fue una emoción diferente. La profunda emoción que Wilhelm había sentido cuando muy, muy atrás en el tiempo, había sido espectador de la danza de espadas del 『Santo de la Espada』, de Thearesia.

En aquel entonces, Wilhelm sintió una distancia que nunca sería capaz de cubrir.
Un territorio que, de ningún modo, sería capaz de alcanzar, y Wilhelm lamentó la insignificancia de sus talentos con la espada.
Sin embargo, sin decaer, blandió la espada, continuó blandiéndola, y por fin logró asir el filo de aquel territorio. Ninguna distancia era demasiado lejana, eso era lo que debía haber demostrado.

ーーQué perspectiva tan cónica y enclenque.

Las cualidades eran diferentes. Las estaturas eran diferentes. Los pesos eran diferentes. Las cosas eran diferentes. Todo era diferente.
No era una existencia capaz de debatirse sobre si estaba dentro o fuera de su alcance.
Era una existencia que residía textualmente en una dimensión completamente diferente.

«ーーーー»

Thearesia, poco a poco, bajó la espada larga enarbolada. La espada había estado a punto de matar a Heinkel, pero se detuvo ante el enemigo recién aparecido.
El cadáver móvil y sin corazón de Thearesia van Astrea ya había perdido el orgullo de un espadachín, el estilo de un guerrero, todo.

Lo que ella tenia ahora, eran solo las ordenes del lanzador que movia su cuerpo muerto a traves de algunas artes secretas.
El juicio óptimo para ejecutarlas, y derrotar a aquellos que se presentaban como obstáculos, eso era todo.

Y si esas órdenes daban prioridad a los que podían resultar una amenaza, su juicio era simplemente natural.

Privado de su capacidad para reanudar la batalla, esperando sólo su muerte por pérdida de sangre, estaba el anciano espadachín.
Habiendo perdido todo espíritu de lucha, incapaz incluso de huir, estaba el subcomandante de los caballeros sólo de nombre.

Ambos ya no representaban una amenaza para Thearesia.
Por lo tanto, girar su espada larga, inclinando sus habilidades como el antiguo 『Santo de la Espada』, hacia el actual 『Santo de la Espada』, fue un juicio carente de dudas.

Wilhelm: «¡Espera! ¡Tearesia! ¡Mírame aquí! ¡Thearesia~a~a~!»

Arrastrando la pierna, tirando del hilo de sangre, gemía Wilhelm.
Como si no oyera ese grito, Thearesia no le hizo caso. Como si todo el intercambio de espadazos hasta ahora hubiera sido una mentira, lo trató como algo que ni siquiera estaba presente.

Era humillante. Sin embargo, era aún más triste.
Sin embargo, no tenía tiempo para ahogarse en la pena. Nunca perdonaría tal estancamiento, de su yo actual.
Debe gritar, ahora. Debe detenerla, ahora.

Thearesia: «ーーーー»

Ignorando el corazón acelerado de Wilhelm, Thearesia saltó de inmediato y acortó la distancia.
Fijando la puntería en Reinhardt ante sus ojos, Thearesia cabrilleó, con su larga melena pelirroja ondeando al viento.

El sable largo trazó un semicírculo, pintando una artística diagonal a través de Reinhardtーー, sin embargo, en el breve intervalo en que imperdonable fue siquiera un parpadeo, Reinhardt anuló el tajo de la espada.
Reinhardt, que se posicionaba hacia atrás y hacia los lados, fue perseguido por la punta del sable largo, como si se tratara de una criatura viviente que esgrimía un propósito definido. Mientras acuchillaba el aire de su trayectoria hacia la muerte, incluso contra los tajos que avanzaban, el semblante de Reinhardt no manifestó el más mínimo cambio. Limitándose a tomar distancia con medio paso, permaneció imperturbable.

«ーーーー»

Al darse cuenta de lo desfavorable de su posición, Thearesia voló en silencio hacia el frente. Enfrentarse a Reinhardt con medio cuerpo al descubierto, no sería más que suicida.
Volviéndose hacia atrás, Reinhardt miró directamente a Thearesia, cuya espada larga había apuntado a su ojo.

Inmediatamente detrás de Reinhardt estaba Heinkel. Reinhardt se enfrentó a su abuela mientras parecía proteger a su padre. Sólo por eso Wilhelm se dio cuenta de que esa breve ofensiva y defensa había servido para adquirir esas posiciones.

Heinkel: «¡Basta…… qué es, qué es…… qué he hecho, qué he hecho……!»

Con el semblante pálido, agarrándose el pelo, Heinkel no se dio cuenta.
No importaba si su propio hijo estaba delante de él para protegerle. Las verdades precedentes a las que se había enfrentado, ya habían sobrepasado la capacidad de su corazón.
Tampoco se podía esperar que superara la situación. Así fue desde el principio.

Por lo tanto, no tuvo más remedio que alzar su propia voz.

Wilhelm: «¡Alto, Reinhardt! ¡Mírame! Thearesia está luchando conmigo. ¡No se te permite interrumpir una batalla entre dos espadachines!»

«ーーーー»

Reinhardt miró de reojo hacia Wilhelm, que había gritado que seguían en medio de la batalla. Con sus ojos azules, miró la pierna derecha de Wilhelm, aún sangrante.

Reinhardt: «……Con ese estado de tu pierna, no puedes seguir luchando».

Wilhelm: «¡Qué quieres decir con que mi pierna no se puede mover! Estas manos que agarran la espada, aún están vivas…… ¡Si mis manos mueren entonces mi boca! ¡Si mi boca será ineficaz entonces mi alma! Mientras no pierda la vida, ¡no he sido derrotado!»

Reinhardt: «Si no has perdido la vida…… entonces, ¿qué piensas de ella, que está delante de tus ojos?»

Wilhelm: «ーー~hk.»

Ante la pregunta de Reinhardt, a Wilhelm se le atragantó la garganta.
Thearesia, inexpresiva, con ojos sin emoción, con puro silencio, miraba a sus oponentes. Manteniendo su postura en el rabillo del ojo, Reinhardt buscó una respuesta de Wilhelm.

Reinhardt: «Un cadáver desprovisto de conciencia de sí mismo que simplemente se mueve de acuerdo con los deseos del lanzadorーー No creo que tenga ningún sentido involucrar los estilos de un espadachín con una hazaña que parece jugar con los muertos.»

Wilhelm: «Estilos de un espadachín dices…… ~hk!»

Buscar batirse en duelo con un cadáver móvil, era una estupidez.
Wilhelm fue incapaz de refutar el razonamiento de Reinhardt. La verdad era que Thearesia ya se había distanciado de Wilhelm, y la batalla había llegado a su fin.
Por mucho que aullara el perdedor, Wilhelm, el deseo del espadachín no se cumpliría.

Además, ni el propio Wilhelm podía afirmar en voz alta ser un espadachín en estos momentos.
De pie con el apoyo de la espada, la circunstancia en cuestión confiado a las palabras en lugar de acero, deseos en lugar de espada mightーー ¿dónde quedó el orgullo y la dignidad del Demonio de la Espada en este Wilhelm van Astrea.

Nada en tal sentido existía en ninguna parte. Estaba vacío.

Reinhardt: «ーーLos difuntos no se mueven. Los muertos no tienen futuro. No perdonaré, ese absurdo».

Enunció Reinhardt ante Wilhelm, que había perdido la voz.
Sus ojos se habían apartado de su abuelo, y ahora observaban atentamente sólo el cadáver de su abuela, de pie ante sus ojos.

Con un suave movimiento, la Espada del Dragón Reid se sostuvo para apuntar a sus ojos.
Curiosamente, aquella postura era idéntica a la de Thearesia, que portaba la espada larga sobre los hombros, como si fuera el reflejo de un espejo.

«ーーーー»

La Cuchilla despejada de la Espada del Dragón, era visible como desmesuradamente resplandeciente de glamour.
Esa fue la ovación de la espada. Al haber alcanzado la oportunidad de ser blandida, se sintió profundamente conmovida, felicitada, y al tener que oponerse a uno que era su antiguo portador, la Cuchilla suprema se adornó con un deleite sin voz.

Reinhardt: «ーーーー»
Thearesia: «ーーーー»

Sin sonido, los ojos azules de los dos espadachines, se entrelazaron.
El 『Santo de la Espada』, empuñando su espada, no ofreció su nombre como en un principio debía hacerlo.

Era natural. Desde que buscó un oponente con el valor que devolverían el orgullo de un espadachín, y el estilo de un guerrero.
Contra un oponente antitético a eso, contra un oponente que no poseía el valor para ser igual, no lo haría.

La atmósfera se congeló, la tensión se vistió de matiz y el peso aplastó el mundo.
Sintiendo que todo su cuerpo se volvía más pesado, dominado por una sensación de compacidad, Wilhelm abrió la boca.

Ignorante de las palabras que debía pronunciar, obligado por la exasperación que le producía la sensación de que debía intervenir.
ーーIrónicamente, aquello actuó como una señal para los dos espadachines.

Wilhelm: «¡Altoーー ~hk!»

Su voz no alcanzó.
los dos espadachines chocaron.

«ーーーー»

Adelantándose, balanceándose, la espada larga de Thearesia rugió y rasgó la atmósfera, mientras su mayor tajo de espada, en el ángulo perfecto, arremetía contra Reinhardt.
De hecho, este podría haber sido el tajo más refinado y bello de Thearesia de todos los que Wilhelm había visto hasta el momento.

En circunstancias normales, Wilhelm podría haber sentido envidia por el hecho de que él mismo no hubiera sido quien sacara a relucir la totalidad de las habilidades con la espada que dormían en Thearesia.
Sin embargo, en este instante, las emociones que se distendían dentro del corazón de Wilhelm eran dispares.

Y ese algo volátil que pesaba en su pecho, se desbordó tomando la forma de ciertas palabras.

Wilhelm: «¡No la mates……!»

Las emociones que había contenido, la pasión que había reprimido, las cosas que no debía desear y el amor que había amonestado, se precipitaron como si rompieran las barreras de Wilhelm.

Thearesia, de los días de juventud.
La mujer que había acariciado el corazón de Wilhelm, que le había hecho fijarse en el mundo más allá de la espada, el único en su vida, al que no renunciaría ni a cambio del mundo, estaba allí mismo.
La mujer amada, a la que no había transmitido su amor ni una sola vez, estaba justo ahíーー.

Wilhelm: «Ella es mi, Thearesiaーー ~hk!!»

Palabras, que nunca debió vocalizar.
Si se quedara perplejo, en un estado en el que podría perder la vida, sería imperdonable que diera prioridad a sus emociones.

Era un acto que contaminaba, el orgullo de un espadachín, el estilo de un guerrero, la nobleza de la batalla.
Era sólo, la voz de un hombre. De un hombre solo desesperado, por no perder a la mujer que amaba.
Y, esa llamada preparada para la muerte fueーー,

Reinhardt: «ーーLa abuela, fue asesinada por mí hace quince años.»

Una voz, tranquila y susurrante.
Una voz tan insonora que no se sabía si llegaría.
Sin embargo, indudablemente, no era más que una respuesta al grito de Wilhelm.

«ーーーー»

El tajo de la espada de Thearesia, golpeó directamente a Reinhardt.
La Espada del Dragón, aún no había entrado en la trayectoria de un golpe.

Golpeó. Cortó. Así le parecería a cualquiera, y sin embargo.

Reinhardt: «La de aquí, es una mera falsificación».

ーーEspada del Dragón Reid dibujó un locus.

De un solo golpe, la Espada Dragón se balanceó sin ruido, y la clara espada Cuchilla, como si fluyera, se acomodó dentro de la vaina.
La guarda de la espada entró en contacto con la vaina, y sólo se oyó un débil informe metálico.

Con sólo eso, la batalla llegó a su fin.
Era el fin.

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