«¡Tú eres el que va a morir!»
Un discípulo de la Secta Suelo Maldito atacó. Sus movimientos eran muy peculiares. Se movía como un guepardo. Sus manos eran muy fuertes; era como si fueran un par de garras de tigre. En cuanto a su cuerpo, tenía una forma muy extraña, muy parecida a la de una grulla. Se trataba de una habilidad marcial, de rango ocho como mínimo.
Desafortunadamente, aunque había dominado esta habilidad marcial y poseía el mismo cultivo que Chu Feng, un Rey Marcial de rango seis, la diferencia entre su poder de batalla era realmente enorme.
«Bang~~~~»
Chu Feng no contraatacó. En su lugar, simplemente estampó su pie en el suelo. Después de eso, una ola de aire surgió y aterrizó en el cuerpo de ese discípulo de la Secta Suelo Maldito.
«Crujido, crujido~~~»
En un instante, se empezaron a escuchar crujidos desde el cuerpo de ese discípulo. En el momento en el que cayó al suelo, no sólo sangraba por sus ojos, oídos, fosas nasales y boca, sino que sus venas y meridianos también estaban rotos. Ahora estaba completamente cubierto de sangre.
«¡Bastardo!»
Otro de los discípulos de la Secta Suelo Maldito empezó a atacar a Chu Feng. Este discípulo era un Rey Marcial de rango siete, un nivel más alto que Chu Feng. Este discípulo estaba absolutamente seguro de que sería capaz de derrotar a Chu Feng.
Usando una habilidad marcial de movimiento, este discípulo llegó ante Chu Feng en un instante. Sus cinco dedos se cerraron en un puño y después sacó su dedo corazón. Esta era una habilidad marcial con todo su poder concentrado en el dedo corazón. Si uno era golpeado por esta habilidad marcial, incluso si uno no moría, quedaría lisiado.
Además, para aumentar el poder de su ataque, el discípulo de la Secta Suelo Maldito había colocado un talismán vagamente visible en su dedo corazón. Esta era la forma en que la Secta Suelo Maldito hacía las cosas. Usaban talismanes para aumentar su poder de batalla.
Este discípulo de la Secta Suelo Maldito había apuntado su puño al dantian de Chu Feng. Estaba planeando paralizar el cultivo de Chu Feng. Hay que admitir que era extremadamente despiadado.
«Puttchh~~~»
«Ahhh~~~~»
Sin embargo, antes de que su puño pudiera golpear a Chu Feng, gritó con fuerza. Resultó que su dantian había sido perforado. Chu Feng había atravesado su dantian. La mano de Chu Feng era como una espada. No sólo atravesó completamente el dantian de este discípulo de la Secta Suelo Maldito, sino que tampoco estaba cubierto de sangre cuando Chu Feng lo sacó. Era como si la mano de Chu Feng fuera una espada preciada que no podía ser manchada.
«Paaa~~~»
Después de incapacitar al discípulo de la Secta Suelo Maldito, Chu Feng le abofeteó despiadadamente a varios metros de distancia. Como un saco de arena, ese discípulo se estrelló contra un gran árbol antes de caer al suelo, donde perdió el conocimiento.
«¡Siguiente!» Chu Feng dijo con una voz muy clara. Su tono estaba lleno de desprecio. Era como si los discípulos de la Secta Suelo Maldito que tenía delante no fueran personas y fueran en cambio cerdos, ovejas, patos y gansos, simplemente un montón de ganado esperando a ser sacrificado. Si deseaba matarlos, podría hacerlo con facilidad.
«Tú…»
Viendo esto y escuchando lo que Chu Feng dijo, la docena restante de discípulos de la Secta Suelo Maldito empezaron a rechinar los dientes de rabia. Querían abalanzarse sobre Chu Feng y matarle.
«Parad». Sin embargo, de repente se oyó un grito. Esta voz detuvo a todos los discípulos. Era Gui Yan.
«Te he subestimado», dijo Gui Yan.
«No eres el primero en decir esas palabras», dijo Chu Feng con una ligera sonrisa.
«Incluso si posees el poder de batalla para superar un cultivo tres niveles por encima del tuyo, tu cultivo sigue siendo sólo el de un Rey Marcial de rango seis. Como mucho, puedes contender contra Reyes Marciales ordinarios de rango nueve».
«Sin embargo, entre nosotros, el número de personas capaces de luchar contra Medio Emperadores Marciales no es pequeño. ¿Realmente pensaste que serías capaz de ganar contra nosotros?» Dijo Gui Yan.
«Si os dijera que incluso si todos vosotros vinierais juntos a por mí, no seríais rivales para mí, ¿os lo creeríais todos?». Preguntó Chu Feng.
«Jajajaja…» Una vez que Chu Feng dijo esas palabras, Gui Yan y los demás discípulos estallaron en sonoras carcajadas. Tal y como ellos lo veían, Chu Feng estaba contando chistes.
Era como si un mono le dijera a una manada de lobos que sería capaz de comérselos a todos. Era extremadamente irreal, y lo suficientemente ridículo como para causar la muerte por exceso de risa.
«Woosh~~~»
Justo en ese momento, un rayo de luz pasó. Era como si algo hubiera llegado entre ellos.
Tras una inspección más cercana, todos los discípulos de la Secta Suelo Maldito se sobresaltaron. ¡Era realmente Chu Feng! Chu Feng había llegado entre ellos. Además, tenía una extraña sonrisa en su rostro.
«Todos vosotros, al suelo».
De repente, Chu Feng levantó su mano y una luz dorada atravesó el cielo, convirtiéndose en una nube dorada.
Esa nube parpadeaba con resplandor dorado y tenía runas y sellos vagando por ella. Mientras caía repentinamente sobre la multitud, una enorme presión también cayó del cielo.
«Boom~~~~~~»
En un instante, todos los discípulos de la Secta Suelo Maldito, incluyendo incluso a Gui Yan, estaban tumbados boca abajo como perros moribundos. Eran incapaces de moverse lo más mínimo.
«¿Ahora todos me creéis?» Preguntó Chu Feng.
«Tú, ¿qué clase de monstruo eres exactamente?». Uno de los discípulos de la Secta Suelo Maldito estaba profundamente asustado. Incluso el tono de su voz había cambiado. Nunca había pensado que Chu Feng fuera tan poderoso.
Sin embargo, estaba claro que su cultivo era el de un Rey Marcial de rango seis. Para que un Rey Marcial de rango seis fuera capaz de hacer algo como esto, aparte de un monstruo, este discípulo de la Secta Suelo Maldito no podía pensar en una posibilidad diferente.
«Buzz~~~~»
Chu Feng hizo un movimiento de agarre con una mano, y una espada formada de poder marcial apareció en su mano. Despiadadamente, clavó esa espada en el hombro izquierdo de ese discípulo. «Puu», la espada atravesó el hombro de aquel discípulo.
«Yo preguntaré y todos vosotros responderéis. Si decís algo de más, no me culpéis por ser despiadado», el tono de Chu Feng era frío como el hielo y lleno de intención asesina. No estaba bromeando.
Todos los discípulos de la Secta Suelo Maldito fueron capaces de percibir que Chu Feng no estaba bromeando. Mientras que uno podría ser capaz de mentir con palabras, su intención asesina definitivamente no mentiría. Especialmente para la intención asesina de Chu Feng, era algo que había templado a través de incontables masacres. Esto definitivamente no era falso. Además, como los discípulos de la Secta Suelo Maldito también eran personas que se habían embarcado en el camino de la masacre, sabían con mayor certeza lo real que era la intención asesina de Chu Feng.
Por tanto, los discípulos de la Secta Suelo Maldito eran capaces de imaginar lo aterrador que era Chu Feng, y que sus manos debían estar manchadas con la sangre de incontables personas. Era un demonio que había matado incontables veces sin ni siquiera pestañear. Era un verdadero asesino a sangre fría.
Por lo tanto, sabían que Chu Feng haría lo que dijo que haría, y realmente los mataría si se atrevían a decir algo más de lo que él les pedía. Por lo tanto, incluso Gui Yan no se atrevió a decir nada. Como pájaros asustados, temblaban tumbados en el suelo.
«¿Quiénes de entre todos vosotros, son los Siete Suelos Malditos?». Preguntó Chu Feng.
«Esto…» Esas palabras sobresaltaron a todos los discípulos de la Secta Suelo Maldito. Especialmente a Gui Yan, cuya expresión se volvió antinatural. Sin embargo, nadie estaba dispuesto a decir nada.
«Woosh~~~»
Chu Feng agitó su brazo. Su espada que estaba en el hombro de ese discípulo siguió el movimiento de su brazo y cortó todo el camino hasta el área dantian. El dantian de ese discípulo fue completamente rebanado por Chu Feng.
«Ahhh~~~~» Ese discípulo lanzó un grito miserable. Su grito no era debido al dolor que estaba sintiendo. Más bien, era porque el cultivo que había entrenado durante muchos años se estaba evaporando. En este momento, sintió que vivir era más miserable que morir. [1. El dantian está situado debajo del abdomen… así que… la espada de Chu Feng fue desde el hombro hasta el abdomen, ¿no debería morir ahora ese discípulo puesto que ya no tiene cultivo para sanar? Supongo que Chu Feng no atravesó su espada hasta el final para cortar los órganos].
Después de eso, Chu Feng apuntó su espada hacia otro discípulo y la clavó en el cuerpo de ese discípulo. Entonces, amenazó: «Dímelo ahora. Si no, tu final será el mismo que el de él».
«Por favor no, por favor no paralices mi cultivo. Te lo diré, te lo diré…» Aquel discípulo no se atrevió a resistirse. Dirigió su mirada hacia tres personas. Entonces, empezó a llorar de dolor.
Eso era porque las tres personas a las que miraba, aunque no eran todas las más fuertes entre todas, eran las tres con el estatus más extraordinario.
Entre ellos, uno era el discípulo más fuerte de la Secta Suelo Maldito, Gui Yan, un Rey Marcial de rango nueve.
En cuanto a los otros dos, Chu Feng no conocía sus nombres. Sin embargo, uno era un Rey Marcial de rango ocho y el otro era un Rey Marcial de rango siete.
Después de ver a estas tres personas, Chu Feng empezó a sonreír… Al mismo tiempo que empezó a sonreír, también cerró sus ojos. Cuatro caras aparecieron en su mente.
Jiang Qisha, Wu Kunlun, Zhao Yuetian y Kuang Bainian.
Después de que estos cuatro aparecieran en la Región del Mar del Este, crearon una enorme agitación y se convirtieron en los mayores enemigos de Chu Feng.
En el momento en que los cuatro aparecieron por primera vez, Chu Feng sintió una enorme presión. Los cuatro eran como cuatro muros infranqueables. Ante Chu Feng, le presionaban tan fuerte que hasta respirar le resultaba difícil.
En cuanto a los cuatro, eran cuatro de los siete discípulos personales del director de la Secta Suelo Maldito. En conjunto, los siete eran conocidos como los Siete Suelos Malditos.
Por aquel entonces, si no fuera porque Lady Piaomiao le prestó a Chu Feng su fuerza, habría sido simplemente imposible para Chu Feng derrotar a Jiang Qisha y a los demás. En aquel momento, Chu Feng todavía era demasiado pequeño y débil.
De repente, Chu Feng abrió los ojos y miró de nuevo a Gui Yan y a los otros dos. En ese momento, la sonrisa de su rostro se hizo aún más densa.
Estas tres personas también formaban parte de los Siete Suelos Malditos. Cada uno de ellos era más fuerte que Jiang Qisha y los otros tres. Sin embargo, ahora yacían bajo los pies de Chu Feng como perros moribundos. Si Chu Feng quisiera matarlos, sería tan fácil como aplastar hormigas.
Lo más importante, esta vez, Chu Feng no había tomado prestada la fuerza de nadie más. Había confiado… sólo en sí mismo.
«Gui Yan, parece que eres el jefe de los Siete Suelos Malditos, ¿verdad?». Chu Feng se acercó a Gui Yan y le preguntó.
«Chu Feng, no es que quisiera atacarte. Fue Qin Lingyun, él nos pidió que nos encargáramos de ti».
«Así es, en mi Saco Cosmos están los beneficios que Qin Lingyun nos dio. Puedes cogerlo. No, coged todo lo que hay en mi Saco del Cosmos. Por favor, por favor, déjanos ir», Gui Yan no se atrevió a responder a la pregunta de Chu Feng. En su lugar, empezó a suplicar perdón.
No es que Gui Yan no tuviera moral. Más bien, era porque estaba extremadamente asustado y lleno de arrepentimiento.
Antes, había pensado que Chu Feng era una oveja que podía capturar fácilmente. Sin embargo, ahora descubrió que en lugar de una oveja, Chu Feng era un tigre feroz. Aunque eran lobos hambrientos, seguían siendo extremadamente pequeños y débiles ante Chu Feng. Y ahora, todos se habían convertido en la comida de Chu Feng.
Chu Feng sonrió una vez más. Ya sabía que Gui Yan y los otros discípulos de la Secta Suelo Maldito que venían a atacarle podrían estar relacionados con Qin Lingyun. Sin embargo, nunca esperó que realmente fuera así.
Chu Feng extendió su brazo e hizo un movimiento de agarre. Todos sus Sacos Cosmos fueron absorbidos por la mano de Chu Feng. Después de eso, los colocó casualmente en su propio Saco Cosmos sin el menor rastro de culpa. Era como si todos ellos fueran suyos desde el principio.
Sin embargo, estaba claro que Chu Feng no pensaba dejarlos ir así como así. Abrió su palma, y otra fuerza atractiva comenzó a extenderse. Gui Yan fue absorbido por su mano.
Chu Feng sujetó el cuello de Gui Yan con una mano y sujetó su espada con la otra. Entonces, clavó la espada en la cintura de Gui Yan. La espada estaba a sólo varios centímetros del dantian de Gui Yan.
«Yo preguntaré y tú responderás. Si te atreves a dudar lo más mínimo, si te atreves a mentir lo más mínimo, haré que tu cultivo en el que has gastado los últimos treinta y dos años se convierta en humo.»
«Es mejor que hables con sinceridad. Debes saber que seré capaz de ver a través de tus mentiras», un relámpago parpadeó en los ojos de Chu Feng; en ese momento era como un demonio viviente que podía ver a través de todo.
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