LTBE Little Tyrant Doesn’t Want to Meet with a Bad End Capitulo 434 Yo no soy él
Intensos terremotos sacudieron el valle de la montaña donde anteriormente se encontraba Fortaleza Tark, lo que obligĂł a los soldados a detener temporalmente sus trabajos de construcciĂłn. Las bestias demonĂacas en las montañas cercanas tambiĂ©n estaban agitadas por el temblor y se podĂan ver pájaros inquietos dando vueltas en el cielo.
Los soldados sobresaltados observaron el matiz rojo en el horizonte lejano, preguntándose quĂ© podrĂa estar pasando allĂ.
…
En las profundidades de Pradera Tark, Grandar era más fuerte que nunca bajo los efectos de Aullido del Rayo CarmesĂ y el fragmento de la corona dorada. ConcentrĂł su abrumadora fuerza en su puño y lo arrojĂł hacia adelante, destruyendo por completo el miasma gris y el dios maligno detrás de Ă©l. La horrible mezcolanza de almas fragmentadas se dispersĂł en los alrededores, regresando a la tierra.
El culpable del asalto, Bryan Elric, cayĂł derrotado.
He perdido.
Apenas un instante después de que este pensamiento apareciera en su mente, el golpe de Grandar lo siguió y aterrizó pesadamente sobre él, ahogando su existencia con un aura carmesà cegadora. La espada gris en su mano se hizo añicos y perdió todas las sensaciones en su cuerpo.
En sus momentos finales, no habĂa el más mĂnimo indicio de desesperaciĂłn, rencor o incluso dolor en su rostro; sĂłlo una mirada de aturdimiento.
Mientras el aura carmesĂ envolvĂa su visiĂłn, el caballero vio al señor al que habĂa jurado lealtad. Era un hombre cuyo cuerpo estaba envuelto en un rayo carmesĂ. TodavĂa tenĂa la misma sonrisa desafiante que tenĂa hace dos siglos.
“Su Alteza…”
Un murmullo silencioso se alejĂł con el viento antes de ser cubierto por una explosiĂłn ensordecedora.
¡boom!
La explosión fue tan grande que cegó a todos los que estaban cerca, obligándolos a detener lo que estuvieran haciendo. Los herejes bajaron sus cuerpos y colocaron sus escudos frente a ellos, mientras que los inquisidores asumieron una posición boca abajo en el suelo.
Los cultistas malignos inmediatamente se dieron cuenta de que algo andaba mal. Salieron corriendo a pesar de que les robaron la visiĂłn, pero ya era demasiado tarde. El rayo carmesĂ se encadenĂł para aniquilar a aquellos que no se vieron afectados por el hechizo de beneficio del ejĂ©rcito, reduciendo a cenizas a la mayorĂa de los cultistas malignos.
A raĂz del rayo carmesĂ se produjo una serie de ondas de choque abrasadoras.
El choque de Roel y Bryan habĂa sumido al maná circundante en un estado de caos, lo que resultĂł en su alboroto. ProvocĂł una devastadora tormenta de calor que devastĂł los alrededores, golpeando a los que se encontraban en los alrededores.
Tanto los herejes como los inquisidores solo podĂan levantar sus defensas y mantener sus posiciones contra la fuerza resultante. Tuvieron suerte de que la fuerza destructiva se dispersara en lugar de dirigirse a ninguno de ellos, por lo que aĂşn era apenas manejable.
Incluso Roel quedó indefenso ante la tormenta. No tuvo más remedio que esperar a que la tempestad amainara.
Pasó mucho tiempo antes de que los vientos furiosos y la luz comenzaran a disminuir lo suficiente como para que Roel abriera los ojos una vez más.
Su primer instinto fue bajar la cabeza y comprobar su estado. Su cuerpo borroso, que antes estaba al borde de la disipaciĂłn, ahora se habĂa vuelto completamente corpĂłreo. DespuĂ©s de confirmar su seguridad, escaneĂł su entorno y vio que el miasma gris y los lamentos dolorosos se habĂan desvanecido sin dejar rastro.
Esta batalla fue una victoria completa para Ă©l.
Sin embargo, no pudo obligarse a sonreĂr en absoluto. LevantĂł la cabeza en silencio y mirĂł a lo lejos.
DespuĂ©s de la devastadora tormenta, la tierra circundante se habĂa convertido en un desierto. Se podĂa ver a Bryan acostado sobre la arena, su poderosa aura ya no se sentĂa y su cuerpo estaba plagado de agujeros. Habiendo perdido la protecciĂłn del dios maligno y sus almas fragmentadas, ya no podĂa regenerarse libremente de sus heridas.
Roel mirĂł frĂamente al hombre caĂdo, sin sentir la menor pizca de simpatĂa por el caballero derrotado.
Bryan no era un hombre digno de lástima. HabĂa tomado innumerables vidas a lo largo de su vida, sin dudar en matar, incluso si la otra parte era su hijo. Un hombre vil como Ă©l merecĂa la muerte.
Pero hubo algo en su enfrentamiento final que llamĂł la atenciĂłn de Roel.
Bryan no habĂa evitado ni tomado represalias contra el rayo carmesĂ. En cambio, optĂł por aceptar en silencio su muerte, casi como si pensara que era un resultado aceptable para Ă©l encontrar su final en ese ataque.
Roel estaba confundido hasta que finalmente vio la mirada en los ojos de Bryan.
La carne y la sangre de Bryan ya se habĂan marchitado con humo negro saliendo de su cuerpo. Sin embargo, habĂa serenidad en sus ojos cuando miraba al cielo como si un viejo hubiera cumplido su Ăşltimo deseo. Incluso cuando Roel entrĂł en su visiĂłn, habĂa una ausencia de ira u odio en su rostro. En voz baja hizo una pregunta, una que Roel habĂa esperado.
“Aullido del rayo carmesĂ. Ese es el hechizo de Su Alteza. Eres…”
El caballero moribundo miró fijamente a Roel, con la esperanza de recibir una respuesta a su pregunta final. Al ver la mirada suplicante en sus ojos, Roel dejó escapar un suave suspiro y respondió a su última duda.
“Yo no soy Ă©l”.
“Ah”.
Bryan dejó escapar un débil suspiro de desánimo, con los ojos ensombrecidos por la decepción.
“Pero el hechizo que lancĂ© pertenece a Wade. Lo encontrĂ© a travĂ©s de mi habilidad de lĂnea de sangre y lo derrotĂ©. Este fue su regalo de despedida para mĂ”.
“Ya veo.”
Una mirada de comprensión brilló en los ojos de Bryan. Un segundo después, sus labios formaron una leve sonrisa. Su reacción confundió a Roel.
“ÂżNo te importa que lo derrote?”
“Eso no es algo de lo que deba preocuparme… Parece que Su Alteza le tiene mucho cariño. No guarda rencor a los demás por sus asuntos personales. Él eligiĂł confiarte su hechizo; es un sĂmbolo de su reconocimiento. Como su caballero, estoy obligado a obedecer su voluntad. PodrĂa haber sido mi destino morir en tus manos.”
“… ÂżEs eso asĂ?” respondiĂł Roel plácidamente.
Le era imposible sentir simpatĂa por Bryan despuĂ©s de lo que habĂa hecho este Ăşltimo, pero no podĂa evitar contemplar lo caprichoso que era el destino.
El otrora noble caballero eligiĂł convertirse en un vil criminal y manchar su orgullosa espada con pecados. Aun asĂ, Bryan siguiĂł aferrándose a la silueta de su señor. Normalmente, aquellos que habĂan vivido durante mucho tiempo tendĂan a tener un miedo excepcional a la muerte, pero Ă©l no mostraba nada de eso. Estaba extrañamente tranquilo, como si fuera justo que muriera bajo el hechizo que una vez perteneciĂł a su señor.
Roel no tenĂa idea de quĂ© llevĂł a Bryan a convertirse en el monstruo en el que se habĂa convertido.
PodrĂa haber sido para vengarse de su antiguo señor. PodrĂa haber sido por arrepentimiento por causar la caĂda de la otrora gran Casa Elric. TambiĂ©n podrĂa haber sido una obsesiĂłn por el Ă©xito.
Sin embargo, si una cosa era cierta, Bryan habĂa perdido los ideales de los que alguna vez se enorgulleciĂł. PodrĂa haber dejado de ser Ă©l mismo en el momento en que sucediĂł.
El viento helado de la noche barriĂł el desierto, produciendo un suave susurro. Hubo un momento de silencio mientras Roel miraba al caĂdo Bryan antes de hablar.
“Nora es su descendiente.”
“!”
Los ojos de Bryan estaban a punto de cerrarse cuando escuchĂł esas palabras. Se obligĂł a sĂ mismo a abrir los ojos una vez más y mirar al joven que estaba de pie junto a Ă©l. En su momento de aturdimiento, vio una figura superpuesta a la de Roel. Era un orgulloso caballero de cabello dorado que sostenĂa una espada reluciente.
Ese era el viejo Ă©l.
“El viejo caballero ha perdido contra el nuevo caballero”, murmuró Bryan con amargura.
Mirando al joven que habĂa asumido su papel como el nuevo guardián de esa casa, de repente se dio cuenta de que no acababa de perder contra Roel. TambiĂ©n habĂa perdido contra el viejo Ă©l.
“… Ten cuidado con ese hombre. Conoce bien a tu clan.”
PodrĂa haber sido en agradecimiento a Roel por revelar esa informaciĂłn, o tal vez fue un regalo para su sucesor, pero Bryan dio un consejo final. Atrajo la atenciĂłn de Roel, especialmente cuando recordĂł la figura con tĂşnica y la mano que sofocĂł su llama.
“ÂżQuiĂ©n es Ă©l?”
“Nadie sabe. Te ha estado observando durante mucho tiempo. Ten cuidado, aĂşn no es el final. Esto podrĂa ser solo el comienzo…”
“…”
Los ojos de Roel se volvieron sombrĂos.
Bryan lo miró en silencio por un momento más antes de cerrar lentamente los ojos. Mana continuó goteando de su cuerpo hasta que respiró por última vez. Su alma se dispersó junto con el viento de la noche a tierras desconocidas.
Bryan Elric finalmente estaba muerto.
El rencor de siglos entre los Ascart y los Elric finalmente habĂa llegado a su fin. Una vieja potencia habĂa caĂdo, marcando el final de una generaciĂłn.
Ser testigo de la muerte de su enemigo puso a Roel en un estado de ánimo pensativo.
Bryan Elric era tanto un sĂşbdito meritorio como un pecador malvado. HabĂa vencido a muchos enemigos de la Teocracia y protegido a la humanidad de los desviados en varias ocasiones. Pero al mismo tiempo, intentĂł ejercer su dominio en el cĂrculo de la nobleza para sembrar el caos en el paĂs y organizar una rebeliĂłn.
Si Wade hubiera sobrevivido y triunfado en su revoluciĂłn, Bryan podrĂa haber sido celebrado como uno de los padres fundadores que inaugurĂł una nueva era en la Teocracia.
A Roel no le importaba de ninguna manera, y no tenĂa ningĂşn interĂ©s en explorar la dualidad de Bryan Elric. Lo Ăşnico importante para Ă©l era que Bryan era un enemigo que habĂa que derrotar.
“Este podrĂa haber sido el mejor resultado para ti. Por fin podrás volver a su lado. Adios.”
Con un murmullo silencioso, Roel se dio la vuelta y se alejĂł del desierto.