Después de aquella noche, Sunny se puso muy ocupado.
‘Delegar… ése es el secreto del éxito’.
Eso fue lo que pensó después de que Aiko se uniera al Emporio Brillante como gerente. Con su ayuda, hizo todo el papeleo necesario para que su improvisada tienda en red pareciera legítima. Sunny notó la diferencia nada más poner a la venta los Fragmentos de Alma que había recogido de los habitantes del Santuario. No sólo se compraron mucho más rápido, sino que el precio también fue agradablemente más alto de lo esperado.
Tampoco tuvo que dedicar gran parte de su escaso tiempo a gestionar las ventas, las entregas y las compras. Aiko agilizó el proceso y creó un sistema sencillo y eficaz en el que él le entregaba el inventario y la información actualizada sobre los objetos que los Despertados querían recibir de él en el Reino de los Sueños, y ella hacía el resto.
Aunque su volumen de ventas no era abrumador, el Emporio Brillante empezó a funcionar como un verdadero negocio, con un nivel de actividad constante y una clientela que crecía lentamente. Sunny sólo tenía que reunir el dinero y gastarlo en Memorias de bajo nivel para alimentar a Santo.
Bueno, y seguir vivo mientras conseguía los Fragmentos de Alma, claro.
Lamentablemente, a pesar de lo mucho que apreciaba el concepto de delegar, ésta era la única parte de su ajetreada vida que podía confiar a otra persona. Todas las demás cosas que tenía que hacer eran o demasiado personales, o demasiado secretas como para reclutar a alguien que le ayudara.
Nadie iba a hacer sus investigaciones por él, así que Sunny tenía que dedicar tiempo a escribir informes, llevárselos al profesor Julius y trabajar con el viejo para hacerlos merecedores de ser recompensados con puntos de contribución. Nada le había aportado tanto como el informe de Orilla Olvidada, pero los puntos se iban acumulando poco a poco.
Asimismo, ahora que Cassie se había ido a una larga expedición, él era el único de los amigos de Neph -que en realidad sólo eran dos- que podía visitarla. No era una carga, pero le quitaba algo de tiempo.
También vigilaba las runas que describían su estado, y veía cómo el número de fragmentos de alma en su poder aumentaba a una velocidad aterradora casi todos los días. Sunny no sabía dónde estaba Nephis ni qué hacía, ni contra qué clase de enemigos luchaba, pero debían de ser tan poderosos como numerosos.
Tenía que seguirles el ritmo.
Ahora que había recibido un gran aumento de su poder al sacrificar las monedas milagrosas en el altar blanco del Santuario de Noctis, menos de cuatrocientos fragmentos se interponían entre él y la posibilidad de crear un tercer núcleo.
Eso significaba que tenía que seguir aventurándose en las tierras salvajes de las Islas Encadenadas para dar caza a las Criaturas de Pesadilla. Armado con la Vista Cruel y la capacidad de infundir a su Cuchilla daño de alma invisible o llama divina radiante, ahora podía ir más lejos que antes y desafiar a criaturas que antes prefería evitar.
Sus muertes le recompensaban con Fragmentos de las Sombras, mientras que sus cuerpos le regalaban Fragmentos de Alma que luego vendía y convertía en Memorias y, a través de éstas, también en Fragmentos de las Sombras, esta vez para que la Santa los consumiera. Era un ciclo virtuoso, pero agotador y salvajemente peligroso.
Y por si la presión de tener que seguir el ritmo de Estrella Cambiante no fuera suficiente, también tenía que seguir entrenándose, tanto con la lanza -con la ayuda de Effie y su taciturno demonio- como sin ella, para practicar la Danza de las Sombras.
Esa segunda tarea, sin embargo, había resultado mucho más difícil de lo que Sunny esperaba.
Antes de sumergirse de nuevo en el Paisaje de los Sueños, decidió ser prudente y comprobar cuál era la situación con Mestizo. Una rápida búsqueda en la red podría decirle si todo el mundo se había olvidado de los espadachines enmascarados o no.
Y resultó que… no lo habían hecho.
Para consternación de Sunny, descubrió que en el mes de su ausencia, la gente encaprichada con Mestizo no sólo había persistido en su excitación, sino que la había llevado a un nivel totalmente nuevo y verdaderamente ridículo.
Todos ellos inundaban la red con teorías y discusiones, e innumerables individuos -incluso los que se perdieron la sensación inicial- esperaban con la respiración contenida un momento glorioso.
¡El regreso del Señor Mestizo!
Cada día que pasaba, su expectación era mayor.
Por muy discreto que fuera Sunny, una vez que apareciera en el Paisaje de los Sueños, iba a crear demasiado ruido y atraer demasiada atención.
‘¡Maldita sea! Qué desastre!
Estaba a punto de tirarse de los pelos, desesperado. No estaba de más recordar que el personaje de Mestizo -¡oh ironía! – había sido creado para ayudarle a permanecer en el anonimato, potencialmente con el fin de espigar con seguridad secretos sobre los soberanos en el futuro.
Menuda broma, que el fantasma sin rostro que había creado acabara siendo mucho más famoso y reconocible que su creador.
En cualquier caso, la situación estaba estropeando seriamente los planes de Sunny. Sencillamente, no podía utilizar el Paisaje de los Sueños, lo que hizo que su progreso con la Danza de las Sombras -y el Manto del Inframundo- se estancara.
Y por si fuera poco, se encontró con otro problema inesperado. Ése no era tan inconveniente y pernicioso, pero le preocupaba mucho, por la razón que fuera.
Se trataba de que Sunny no había vuelto a saber nada de Mordret tras regresar de la Torre de Marfil.
A pesar de que habían pasado varias semanas, el príncipe perdido seguía sin aparecer. En la cabeza de Sunny, una vez más, sólo resonaba una voz: la suya. Normalmente, eso habría sido una buena señal, pero la ausencia de Mordret ponía a Sunny tenso y lleno de premoniciones vagamente malas.
¿Qué podía haberle ocurrido a su misterioso ayudante? ¿Era simplemente incapaz de establecer contacto fuera del Cielo Abajo y la Isla de Marfil, o le había ocurrido algo?
No había respuesta.
Sunny incluso sacó el fragmento de espejo del Cofre Codicioso y le untó unas gotas de sangre, sin resultado alguno. El trozo de espejo seguía igual: absolutamente oscuro y negándose a reflejar nada.
Tras uno de estos intentos infructuosos, Sunny dejó que Effie disfrutara sola de la cena que les había preparado y salió a sentarse en el porche con aire sombrío.
Era el principio del atardecer, y las sombras se hacían poco a poco más largas y profundas. Quizá por el cansancio, o quizá por lo acostumbrado que estaba a estar seguro en su casa, pero Sunny se dejó consumir por sus pensamientos y perdió la noción de lo que le rodeaba… algo que rara vez ocurría.
…Por eso se sobresaltó tanto al oír la voz de alguien a pocos metros de distancia.
“…¿Qué estás mirando?”
Sunny parpadeó unas cuantas veces, y luego centró la vista en la persona que se había dirigido a él.
Delante de él, a cierta distancia, justo entre la acera y el camino que llevaba a su porche, había una chica de catorce años con uniforme escolar, pelo negro y ojos oscuros… y una expresión muy poco divertida en su pálido rostro.
A Sunny se le heló el pecho.
¡Mierda!
Era Rain.
Mirando directamente a Sunny, suspiró y repitió:
“He dicho que qué miras… mocosa”.
Cada Donación es un Gran Aporte Para Nuestro Sitio. Se Agradece.
Si realizas un aporte y hay más capítulos de cierta novela subiremos capítulos extras.