ED Capitulo 6542 Cuchilla que puede matar inmortales
Una sola hoja descendió, decapitando a un inmortal.
Solo fue un corte, un solo corte que hizo brotar sangre inmortal. Cuando la sangre inmortal salpicó, incontables resplandores celestiales surgieron, generando una sensación de que todo el cielo y la tierra estaban cubiertos por su magnificencia.
En ese instante fugaz, presenciar la sangre inmortal derramándose era la mayor fortuna en la vida de innumerables personas. Sin embargo, cada gota de esa sangre que caía era como la explosión de un mundo tras otro, con el poder de destruir los cielos.
Por ello, cada gota de sangre inmortal era sumamente preciosa. Incluso los seres invencibles ansiaban obtener aunque fuera una sola gota. Pero si esta sangre llegaba a caer, especialmente la sangre verdadera de un inmortal, su poder sería aterrador. ¿Podrían siquiera los Grandes Emperadores, los Dioses Desolados o los Ancestros y Cortadores del Cielo resistir una sola gota de esa sangre?
Por más grande que fuera el poder de la sangre verdadera de un inmortal, capaz de aniquilar los cielos, cuando esa hoja descendió, la sangre inmortal no fue más que polvo bajo su filo.
La hoja cayó, y todo el Mundo de los Tres Inmortales pareció partirse en dos. Todos sintieron como si su alma se dispersara.
Ese golpe no estaba destinado a cortar nada del mundo mortal, pues nada en este mundo merecía que esa hoja fuera blandida. No importaban los Grandes Emperadores, los Dioses Desolados, Ancestros, e incluso los Gigantes Supremos; ninguno de ellos valía la pena para que esa hoja fuera desenvainada.
Si esa hoja se desenvainaba, solo podía ser para decapitar inmortales o para asaltar los cielos. Solo existían esas dos posibilidades, nada más. Millones de épocas en el mundo mortal no valían la pena para que esa hoja descendiera.
Por eso, cuando esa hoja fue desenvainada, no solo el Mundo de los Tres Inmortales fue incapaz de soportar su presencia, sino que incluso los cielos superiores cambiaron de color. Cuando el golpe descendió, los cielos mismos palidecieron.
El firmamento se alteró. Esa hoja estaba por encima de los inmortales. Podía decapitar inmortales.
Los inmortales eran existencias eternas e indestructibles. No hace falta hablar de los mortales; incluso si un Gigante Supremo extendiera su cuello para ser cortado, decapitar a un inmortal no era tarea sencilla.
Pero cuando esta hoja descendió, todo cambió. Si un inmortal osaba alzar la cabeza, su cráneo caería sin duda alguna.
Así que, bajo esa hoja, aunque un inmortal intentara detenerla con sus propias manos, la sangre seguiría brotando. Incluso el inmortal envuelto en llamas inmortales retrocedió con rapidez, aterrado por el poder de ese golpe.
La hoja cayó, un golpe único en la eternidad. Solo había una hoja. Nadie la blandía, pero al tocar el suelo, el tiempo se detuvo. Ya fueran Gigantes Supremos o inmortales antiguos, todos quedaron paralizados ante ella.
Allí estaba la hoja, sin necesidad de desatar su poder de aniquilar inmortales y erradicar los cielos. Su mera presencia bastaba. En todo el mundo, aquellos con el coraje suficiente para alzar la mirada y verla eran contados. La hoja no cortó, pero las almas ya estaban extintas. ¿Quién podría desafiar semejante hoja?
“Arrebato del Cielo…” Incluso los invencibles Ancestros y Cortadores del Cielo temblaron al verla y bajaron la cabeza de inmediato.
“Arrebato del Cielo…” El nombre resonó en los oídos de todos, dejándolos en un estado de shock absoluto, sin poder reaccionar.
Nadie supo cuánto tiempo pasó. Aquellos que lograron recuperar la compostura eran seres del nivel de los Ancestros. Se les secó la garganta y, aterrorizados, susurraron con labios temblorosos: “Arrebato del Cielo…”
Arrebato del Cielo. Solo tres palabras, pero parecían contener un poder maldito. No hacía falta hablar de los innumerables mortales; incluso los seres invencibles temblaban al escuchar ese nombre, sus almas casi escapando de sus cuerpos.
En todo el mundo, ¿qué otro nombre podía hacer que los inmortales se detuvieran al oírlo? Solo había uno: Arrebato del Cielo.
Sin importar cuán poderoso fuera un inmortal, sin importar qué Artefacto Inmortal poseyera, ninguno podía afirmar con certeza que podía decapitar a un inmortal o aniquilar los cielos.
Pero sí existía un arma capaz de hacerlo, y esa era… Arrebato del Cielo.
Si alguien preguntara qué arma podía cortar los cielos, qué arma podía masacrar los cielos, la única respuesta que recibiría sería una: Arrebato del Cielo.
En el Mundo de los Tres Inmortales, han quedado legados varios Artefactos Inmortales. Por ejemplo, los tres artefactos supremos de los Tres Inmortales, o las armas inmortales de épocas antiguas por las que incontables personas han luchado.
Ya fuera el Cuchillo de la Montaña Furiosa o el Hacha de Piedra de Sui, cada uno de estos artefactos podía decapitar a los Grandes Emperadores y masacrar a los Ancestros. Tales armas invencibles eran el sueño de muchos.
El Hacha de Piedra de Sui en manos del Ancestro Supremo Negro era aterradora. Un solo golpe podía partir el flujo del tiempo y desafiar a los inmortales.
Pero ni siquiera un arma así podía garantizar la muerte de un inmortal.
Xian Chengtian, por ejemplo, poseía un Artefacto Inmortal. Era un artefacto supremo dejado por sus maestros, y no solo tenía una.
Bajo su control, esas armas se volvían invencibles a lo largo de las eras, lo que le permitía desafiar a los inmortales en batalla.
Pero, ya sea el Hacha de Piedra de Sui o la Lanza Inmortal de la Caída del Cielo en manos de Xian Chengtian, solo podían luchar contra un inmortal, nada aseguraba que pudieran matarlo.
(creo que esa lanza nunca fue nombrada antes)
Ni siquiera si estas armas estaban en manos de un Gigante Supremo como el Supremo Negro o Xian Chengtian, o incluso en las de un inmortal, se podía garantizar que podrían matar a un inmortal con absoluta certeza.
Sin embargo, había un arma diferente. En manos de un inmortal, tenía un cien por ciento de efectividad para matar. Ningún inmortal se atrevería a decir que podría ofrecer su cuello para recibir un tajo de esta arma y salir con vida. Esa arma era… Arrebato del Cielo.
El arma inmortal más invencible, la primera hoja de la calamidad celestial.
Esta afirmación no era exagerada en lo más mínimo. Cuando Arrebato del Cielo estaba en manos de alguien, cualquier inmortal sentiría miedo. No importaba si era un inmortal del presente, un antiguo inmortal o incluso un inmortal verdadero de las leyendas, todos le temerían.
En ese momento, una hoja cayó. Esta hoja traía la calamidad celestial. Su aparición sacudió a todos, no solo a los cultivadores y expertos de los tres mundos, ni solo a los Gigantes Supremos. Incluso los inmortales ocultos que la vieron contrajeron sus pupilas.
“Ancestro Desolado, el Ancestro Desolado ha tomado acción.” Aunque nadie apareció, todos sabían quién había desenvainado esta hoja.
Arrebato del Cielo solo podía pertenecer a una persona en el mundo: Ancestro Desolado.
Era el más grandioso de los antiguos antepasados en el Mundo de los Tres Inmortales, así como el inmortal más venerado. Pero no solo era admirada por sus inigualables hazañas en el Mundo de los Tres Inmortales, sino porque fue ella quien estableció el sistema de cultivo para todas las generaciones futuras.
Gracias a las enseñanzas de Ancestro Desolado, los futuros cultivadores pudieron alcanzar los niveles de Gran Emperador y Dios Desolado, e incluso llegar al nivel de Ancestros y Cortadores del Cielo.
El camino hacia la inmortalidad había sido trazado por Ancestro Desolado, y con ello, había establecido una fundación eterna e inquebrantable para todos los cultivadores del Mundo de los Tres Inmortales.
“¡El antiguo antepasado!” En ese momento, aunque Ancestro Desolado no se había mostrado y solo había hecho descender su hoja, todo el Mundo de los Tres Inmortales se postró en adoración.
No importaba si eran cultivadores del Cielo de la Vida y la Muerte o de otro lado, todos sentían veneración por el Ancestro Desolado. Incluso los poderosos del cielo supremo le veneraban profundamente.
Así que, cuando Arrebato del Cielo apareció, todos entendieron que Ancestro Desolado había descendido. Aunque no se mostrara, la presencia de esta arma representaba su voluntad suprema.
La llegada de Ancestro Desolado era un evento ante el cual todas las eras se postraban en adoración.
Por ello, aunque Ancestro Desolado no había aparecido en persona y solo había hecho descender a Arrebato del Cielo, todo ser viviente en el Mundo de los Tres Inmortales ya estaba inclinado en reverencia, postrado en el suelo sin atreverse a levantarse.
Para las incontables vidas del mundo, Ancestro Desolado era digna de tal reverencia.
Por supuesto, en todo el mundo, eran muy pocas las personas que merecían que Ancestro Desolado desenvainara a Arrebato del Cielo contra ellos porque esta arma era su método de asesinato definitiva. Cuando se desenvainaba, mataba inmortales y exterminaba los cielos. Su hoja siempre aseguraba la muerte.
Ancestro Desolado había alcanzado el nivel de inmortal hace muchísimo tiempo. A excepción de dos o tres personas en todo el mundo, nadie más era digno de que ella desenvainara directamente a Arrebato del Cielo.
Ni siquiera los Gigantes Supremos más poderosos merecían que ella hiciera tal esfuerzo.
Arrebato del Cielo descendió, y no solo estremeció el mundo. Incluso alguien como Xian Chengtian, un Gigante Supremo, vio su pupila contraerse al contemplarla.
Aunque poseía más de un Artefacto Inmortal supremo, sabía que no podía resistir a Arrebato del Cielo en manos del Ancestro Desolado. Si la hoja descendía sobre su cuello, moriría sin duda.
Incluso su arsenal de Artefactos Inmortales no podría bloquear la hoja del Ancestro Desolado.
En el mundo actual, tal vez solo dos seres podrían resistir Arrebato del Cielo del Ancestro Desolado.
Y esos eran los antiguos inmortales de los dos grandes terrenos de redención.
Zhan Sansheng, por otro lado, ya no estaba en este mundo.
La hoja descendió, y los inmortales retrocedieron.
En ese momento, incluso el inmortal envuelto en llamas divinas contrajo sus pupilas al mirar a Arrebato del Cielo.
Aunque era un inmortal, no podía resistir esta arma.
Pero para él, en este instante, no había a dónde retirarse.
No importaba cuánto retrocediera, Ancestro Desolado había tomado acción. No había escapatoria.
No importaba dónde huyera, sería asesinado.
“Muéstrate.”
Ancestro Desolado aún no aparecía, solo Arrebato del Cielo estaba allí.
Pero eso era suficiente.
Arrebato del Cielo estaba presente y podía matar inmortales.
¿Quién en el mundo podría enfrentarse a esto?
Esta era la voluntad suprema de Ancestro Desolado.
Solo fue una palabra, pronunciada sin la presión de un poder inmortal supremo ni el peso de una fuerza que dominara a los dioses y diablos pero bastaron para suprimir todo el mundo.
Gigantes Supremos, seres supremos… todos sintieron cómo su corazón se detenía al escuchar las palabras de Ancestro Desolado.
Sin embargo, el inmortal dentro de las llamas divinas no mostraba su rostro.
Siempre había estado envuelto en su fuego inmortal, sin ninguna intención de revelarse.
Esto resultaba muy extraño.
No solo los expertos del mundo lo encontraban inusual, sino que incluso un Gigante Supremo como el Ancestro Supremo Negro miraba a este inmortal en llamas con extrañeza.
“Bao Pu, hoy no podrás escapar.”
Incluso el Ancestro Supremo Negro habló: “¿Por qué no te muestras?”
Aun así, el inmortal dentro de las llamas siguió de pie, envuelto en su fuego infinito, sin ninguna intención de revelarse.
Esto desconcertó a todos.
Era un misterio.
En ese momento, todos comprendieron que este inmortal ante ellos… era Bao Pu.
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