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ED Capitulo 6520

ED Capitulo 6520 Pecados Graves

Al escuchar a los aldeanos hablar así, Li Qiye sintió interés por este Sumo Sacerdote Mu y, además, tenía que ir al templo sagrado del que hablaban.

Por ello, después de despedirse de los aldeanos, se dirigió a la gran ciudad.

La gran ciudad, en términos del mundo exterior, era una capital, la ciudad más grande de este pequeño mundo sagrado.

Al llegar a la gran ciudad, si uno venía del exterior, descubriría que era diferente a las capitales del mundo exterior.

Toda la ciudad carecía de murallas defensivas y de guardias apostados, era una ciudad construida de manera abierta, sin muchas normas. Las edificaciones residenciales se asentaban de forma natural en medio de montañas y ríos, algunas rodeadas por montañas, otras a orillas del agua y otras en terrenos planos formando calles.

Aunque la gran ciudad estaba llena de la atmósfera de la vida cotidiana, también era pacífica y armoniosa. Incluso su prosperidad se sentía natural. No importaba si eran vendedores ambulantes o sirvientes, ninguno trabajaba por necesidad, sino porque les gustaba. No existía la presión por la supervivencia; todos vivían con tranquilidad, con una calma y holgazanería apacibles.

Cuando Li Qiye llegó a la ciudad, coincidió con la celebración del Gran Rito Ancestral, la ceremonia más importante de todo el pequeño mundo sagrado.

El llamado Gran Rito Ancestral era un ritual en memoria del antiguo Santo Ancestro. Sin embargo, a pesar de ser la mayor ceremonia, no era particularmente solemne. La gente participaba de manera espontánea y relajada, pareciendo más bien una gran feria en la que todos se reunían para disfrutar. No había demasiadas formalidades o reglas, simplemente se congregaban fuera del templo sagrado, observaban la estatua del antiguo Santo Ancestro y luego cada quien hacía lo que le apetecía.

(no se si son en plural o en singular ya que el chino no diferencia plural y singular)

El templo sagrado era el edificio más antiguo de este pequeño mundo. No era grande, más bien parecía un pequeño salón. No contenía objetos lujosos o valiosos, sino que era una construcción simple y ordinaria.

Se decía que este templo había sido la residencia del antiguo Santo Ancestro. Para este pequeño mundo, era un lugar sumamente sagrado.

Sin embargo, por muy sagrado que fuera, para la gente del pequeño mundo seguía siendo un lugar accesible y natural. Cualquiera podía entrar y salir libremente, en cualquier momento y sin restricciones.

Actualmente, el templo estaba habitado por el Sumo Sacerdote Mu.

Cuando Li Qiye llegó a la gran ciudad, el Sumo Sacerdote Mu estaba celebrando el rito frente al templo. Pero, por supuesto, la ceremonia no era nada solemne. Todos participaban de manera informal. Aquellos con devoción inclinaban el cuerpo ante la estatua del antiguo Santo Ancestro.

La tarea del Sumo Sacerdote Mu era simplemente anunciar el inicio de la ceremonia y, acto seguido, inclinarse ante la estatua. Luego, la gente se sentaba en el suelo, paseaba por los alrededores, comía delicias o charlaba sobre sus asuntos cotidianos en un ambiente animado y armonioso.

Li Qiye, de pie a la distancia, observaba el antiguo rito. Miraba la paz y tranquilidad que impregnaban el ambiente y sonrió levemente.

Cuando sus ojos se posaron en el Sumo Sacerdote Mu, su mirada se tornó profunda.

El Sumo Sacerdote Mu era un viejo de edad avanzada, su rostro estaba cubierto de arrugas. Sin embargo, a pesar de su apariencia anciana, no parecía frágil, sino que conservaba un aire de juventud. Estas dos cualidades opuestas coexistían en él de manera sorprendentemente armoniosa.

Era como un viejo ciprés creciendo en un acantilado: su corteza gruesa y rugosa testificaba incontables años de resistencia al tiempo, pero su vida seguía siendo fuerte y tenaz. A pesar de nacer en una pared rocosa difícil, continuaba creciendo con firmeza, aferrado a la montaña sin rendirse.

El Sumo Sacerdote Mu vestía ropas de un azul oscuro. No eran adornadas ni hechas de materiales preciosos, pero estaban impecablemente limpias y confeccionadas con una costura perfecta.

Al mirarlas, uno sentía que quizás habían sido tejidas por sus propias manos. Su estado general daba la impresión de que todo lo que llevaba puesto lo había hecho él mismo.

Parecía haber vivido mucho tiempo sin demasiadas preocupaciones, dedicándose a tejer sus propias ropas y coser sus zapatos de tela.

Su expresión era de una serenidad absoluta, como si esa vida sencilla de coser puntada tras puntada lo llenara de paz. No importaba cuántos años hubiera vivido, parecía completamente satisfecho. Su existencia era como un arroyo que fluye suavemente, persistiendo a lo largo del tiempo.

 

Al contemplarlo, Li Qiye entornó la mirada por un momento. Finalmente, permaneció en calma, observando cada uno de los movimientos del Sumo Sacerdote Mu.

Después de concluir la ceremonia, el Sumo Sacerdote Mu percibió la presencia de Li Qiye, el forastero. En ese momento, no pudo evitar mirarlo.

Tan pronto como lo vio, el Sumo Sacerdote Mu se sintió como si un rayo lo hubiera golpeado y dio varios pasos hacia atrás.

Era como si ver a Li Qiye fuera un enorme martillo que se estrellara contra su pecho, dejándolo sin aliento por un instante.

Li Qiye no dijo nada, solo sonrió levemente y asintió, lo que se podía considerar un saludo hacia el Sumo Sacerdote Mu. Luego, comenzó a pasear lentamente por la gran ciudad, sintiendo la vitalidad de la metrópoli más grande de este mundo, experimentando la prosperidad de este lugar.

El tiempo fluía lentamente en la gran ciudad. Li Qiye caminaba sin prisa, disfrutando de la tranquilidad que le brindaba.

Esa tranquilidad no provenía de él, sino de este mundo. Un mundo tan apacible, tan amable, tan armonioso.

Para un forastero, o más bien, para alguien que había pasado tiempo en el mundo exterior y había presenciado la cruel realidad de la supervivencia del más fuerte, este mundo podría parecer inadecuado. Tal vez incluso aburrido. Una vida tan común y pacífica podría parecer monótona.

Pero era precisamente esa sencillez y calma lo que la hacía tan valiosa.

Después de recorrer la gran ciudad, el cielo comenzó a oscurecer. Li Qiye sonrió y se dirigió lentamente hacia el templo sagrado, entrando en su interior.

El templo sagrado era, en verdad, muy antiguo. Cada ladrillo, cada viga de madera, había soportado incontables años. Sin embargo, seguía en pie, intacto.

Li Qiye se encontraba en la sala principal del templo, que también era la única sala del lugar. No era grande y su disposición era sencilla. Aparte de una mesa, solo había unas cuantas sillas.

En ese momento, su mirada se posó en el alero del techo en el patio central de la sala. En el centro de ese alero había una talla redonda. A primera vista, era difícil entender qué representaba.

Pero si se observaba con detenimiento, parecía un emblema, similar a un sello de lacre impreso en un sobre. Sin embargo, esta marca, como un sello de cera, había pasado por innumerables años y estaba completamente opaca, volviéndose irreconocible.

Aun así, Li Qiye lo contemplaba con gran interés.

Mientras miraba el sello, se escucharon pasos detrás de él. Alguien ya se encontraba a su espalda. No era otro que el Sumo Sacerdote Mu.

Li Qiye no se giró. Permaneció inmóvil, observando el sello en silencio. Detrás de él, el Sumo Sacerdote Mu permanecía de pie con las manos bajas, como si estuviera esperando algo.

No se sabía cuánto tiempo pasó hasta que Li Qiye finalmente se volteó y fijó su mirada en el Sumo Sacerdote Mu.

“¿El joven noble ha venido a matarme?” Finalmente, el Sumo Sacerdote Mu tomó aire profundamente y enderezó su pecho. En ese momento, su figura se veía imponente y firme.

Había reprimido por completo su aura. De no haberlo hecho, quizás su sola presencia habría hecho colapsar este pequeño mundo sagrado.

Li Qiye lo miró y dijo con calma: “¿Y si así fuera?”

Aunque el Sumo Sacerdote Mu ya había anticipado esta posibilidad y se había preparado mentalmente, aún no pudo evitar estremecerse. Finalmente, estabilizó su ánimo y murmuró: “He perdido la compostura. A pesar de estos milenios de paz, frente a la muerte, aún pierdo la compostura.”

Tras decir eso, se inclinó profundamente ante Li Qiye, luego enderezó su espalda y lo miró directamente a los ojos. Con una expresión serena, declaró: “Si el joven noble quiere matarme, es comprensible. Acepto mi destino.”

Con esas palabras, cerró los ojos lentamente y esperó la muerte con tranquilidad.

Pero Li Qiye no hizo nada. Solo lo observó en silencio. Pasó un buen rato y, al ver que nada ocurría, el Sumo Sacerdote Mu volvió a abrir los ojos.

“¿El joven noble no me matará?” preguntó con calma, sin ninguna muestra de alegría por haber sobrevivido.

“Matarte o no, ¿qué diferencia hay?” Li Qiye sonrió ligeramente.

“Mi pecado es demasiado grande. Merece la muerte.” El Sumo Sacerdote Mu dijo con serenidad. “Es mi propio pecado.”

“También podrías resistirte.” Li Qiye sonrió levemente y agregó: “Comparado con el pasado, ahora eres más hábil y más poderoso. Después de todo, hay muy pocos como tú, un Gigante Supremo.”

Gigante Supremo. Sí, este Sumo Sacerdote Mu, que parecía tan común, era en realidad un Gigante Supremo.

Era algo inimaginable. En un mundo tan pequeño y aislado, estaba escondido un Gigante Supremo, sin que nadie lo supiera. Un hecho inconcebible.

En el Mundo de los Tres Inmortales, cada Gigante Supremo era ampliamente conocido. Como el Ancestro Supremo Negro, Wei Zhen, Xian Chengtian, el Fantasma Inmortal del Yin Primordial… Todos ellos eran nombres que resonaban en el mundo.

 

Entonces, ¿quién era este Gigante Supremo frente a Li Qiye?

 

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