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ED Capitulo 6253

ED Capitulo 6253 Dejado inconsciente con un solo golpe

Al escuchar esas palabras, el Rey Ruyi estalló de ira, y el rostro del príncipe Hao se volvió sombrío.

“Veamos quién se atreve a destruir mis diez clanes”, exclamó el Rey Ruyi, con la mirada helada. En ese instante, desató el poder de un cuasi emperador, haciendo que su figura se alzara inmensa como una montaña, aplastando el pecho de todos los presentes.

“¡Madre mía, qué poder!”, gritó el Rey Brujo Negro, asustado, mientras corría a esconderse detrás de Li Qiye.

“Su excelencia, este tipo es demasiado fuerte. Será mejor que lo pongas en su lugar”, suplicó el Rey Brujo Negro, temblando de miedo desde la seguridad de la espalda de Li Qiye.

Su actitud dejó sin palabras al Joven Maestro Lan Yuan y a la Princesa Chen. El Rey Brujo Negro siempre causaba problemas, pero también era el primero en huir. Nadie podía determinar si era poderoso o simplemente un cobarde.

“Voy yo”, dijo la niña pequeña mientras levantaba su puño y saltaba del regazo de Li Qiye, dispuesta a golpear al Rey Ruyi.

Ver a una niña de apenas cuatro o cinco años queriendo enfrentarse a un cuasi emperador dejó a todos estupefactos. ¿El mundo se había vuelto loco? ¿Una niña iba a golpear a un cuasi emperador? Era demasiado ridículo.

“¿El mundo ha cambiado?”, murmuró alguien, boquiabierto. “¿O es que los recién nacidos no temen a los tigres?”

Li Qiye, sin poder evitar reír, la tomó rápidamente de vuelta y sacudió la cabeza. “Déjalo, sigamos adelante. Esto no tiene nada de interesante.”

“Está bien, vamos a jugar”, respondió la niña, quedándose quieta en el regazo de Li Qiye.

“¿De verdad podemos pasar ahora?”, preguntó Li Xian, estirando el cuello para observar las llamas de tribulación que se acercaban, retrocediendo enseguida por el miedo de ser incinerado. “¡Esas llamas son demasiado fuertes! ¿Nos quemarán hasta dejarnos en cenizas?”

“Bah, estas pequeñas llamas no son nada. Con un bostezo las apago”, dijo el Rey Brujo Negro, asomándose también y riendo.

“Entonces bosteza y apágalas”, respondió Li Qiye, mirándolo de reojo.

El Rey Brujo Negro encogió el cuello y rió nervioso. “Yo no puedo hacerlo. Si pudiera, ya sería un inmortal. Pero estoy seguro de que su excelencia con un bostezo las apagaría.”

“Eres un cobarde”, dijo la Princesa Chen, mirándolo con fastidio.

“Qué ignorancia. El poder de las llamas de tribulación no puede ser apagado por simples mortales”, se burló el Rey Ruyi, sacudiendo la cabeza.

“Tú eres el ignorante. Estas pequeñas llamas no son nada para su excelencia”, replicó el Rey Brujo Negro con frialdad, lanzando una mirada al Rey Ruyi.

“Estás buscando tu muerte”, gruñó el Rey Ruyi, sin querer perder más tiempo con él.

“Esas llamas son tan poderosas que ni un cuasi emperador puede soportarlas. No intenten acercarse más o serán reducidos a cenizas”, advirtió otro experto.

“Eso solo aplica a los cuasi emperadores. No a su excelencia”, dijo el Rey Brujo Negro, sacudiendo la cabeza con arrogancia.

“¿Qué quieres decir?”, los demás lo miraron incrédulos. ¿Acaso estaba menospreciando a los cuasi emperadores? El rostro del Rey Ruyi y el príncipe Hao se oscurecieron.

“Si puedes soportar las llamas, entonces admitiremos nuestra inferioridad”, se burló el Rey Ruyi.

“Si no puedes soportarlas, obviamente serás reducido a cenizas”, añadió el príncipe Hao con una mirada fría hacia el grupo del Rey Brujo Negro. “O tal vez deje que mis llamas de emperador los conviertan en cenizas.”

El príncipe Hao se volvió aún más amenazante, y en ese momento ya tenía la intención de matar.

Li Qiye miró al príncipe lentamente y dijo con tranquilidad: “¿Tienes ganas de que corte tu cabeza de perro?”

(en realidad dice tienes ganas de morir… pero alguien me pidió que usará esa frase porque le emociona xD)

Esas palabras hicieron que el rostro del príncipe Hao cambiara de inmediato. ¿Cómo se atrevía un simple mortal a hablarle así?

“¡Ignorante! Si deseas morir, yo te concederé el deseo”, respondió el príncipe Hao, con una expresión fría.

El poder de un cuasi emperador comenzó a emanar de él, haciendo que todos retrocedieran varios pasos. Si decidía atacar, nadie podría detenerlo.

“Príncipe, no es prudente”, intervino suavemente el Viejo Ancestro de la Espada de Bronce, sacudiendo la cabeza.

“Señor, este asunto no requiere de tu intervención”, replicó el príncipe Hao fríamente. “Si alguien desea morir, no veo por qué no complacerlo.”

De repente, se escuchó un fuerte golpe. Antes de que el príncipe Hao pudiera terminar su frase, recibió un fuerte impacto en la nuca y cayó inconsciente al suelo. Todo ocurrió tan rápido que nadie comprendió qué había pasado.

Cuando finalmente todos vieron lo ocurrido, notaron que quien había noqueado al príncipe Hao no era otra persona que la pequeña niña que estaba en el regazo de Li Qiye.

Esto dejó a todos aún más estupefactos, incapaces de reaccionar. La escena ante sus ojos hizo que muchos abrieran la boca tanto que parecía que sus mandíbulas iban a caer al suelo.

Cuando la niña saltó del regazo de Li Qiye diciendo que iba a golpear al Rey Ruyi, todos pensaron que no era más que la osadía de una niña que desconocía los límites. Nadie le dio importancia. Ahora, para sorpresa de todos, ninguno pudo ver cómo logró colocarse detrás del príncipe Hao, ni mucho menos cómo le propinó un golpe que lo dejó inconsciente.

Incluso quienes conocían la identidad de la niña, como el Joven Maestro Lan Yuan y la Princesa Chen, quedaron boquiabiertos ante lo sucedido. El príncipe Hao, un cuasi emperador, había sido noqueado de un solo golpe. Era una escena tan absurda que parecía imposible.

“¿Aún te atreves a hablar así del abuelo?” dijo la niña, levantando el puño con determinación tras dejar inconsciente al príncipe.

“¿Cómo es posible?” balbuceó finalmente un cultivador, recuperando algo de compostura, aunque sus ojos seguían abiertos de par en par por el miedo.

No solo uno o dos expertos estaban impactados; todos los presentes quedaron paralizados por el asombro. La escena parecía una completa locura. Ni siquiera el Viejo Ancestro de la Espada de Bronce o Cuchilla Fría podrían haber derribado al príncipe Hao de un solo golpe, y mucho menos una niña de apenas cuatro o cinco años. Si alguien contara lo sucedido, nadie lo creería.

“Esta… esta niña es realmente el antiguo ancestro de ustedes”, dijo el Joven Maestro Lan Yuan con las piernas temblorosas.

Aunque sabían que la pequeña era un ancestro antiguo de la Frontera Desolada, les costaba aceptar que una niña tan joven pudiera poseer tanto poder. Ahora, tras verla noquear a un cuasi emperador, se sintieron aliviados por no haberle faltado al respeto; de lo contrario, una bofetada suya podría haberlos convertido en niebla de sangre.

El Viejo Ancestro de la Espada de Bronce y Cuchilla Fría respiraron hondo, mientras que el Rey Ruyi retrocedió varios pasos, estremecido. Poco antes, el rey había menospreciado a la niña, pensando que no era más que una mocosa insignificante a la que podría despachar con un simple movimiento de dedo. Ahora, al verla noquear al príncipe Hao, el miedo lo invadió.

Él conocía muy bien la fuerza del príncipe, que, como cuasi emperador, no debería caer tan fácilmente. Sin embargo, nadie vio cómo la niña llegó detrás de él ni cómo lo golpeó. Solo supieron lo que había pasado cuando ya lo vieron en el suelo, inconsciente.

Todos la miraban como si estuvieran frente a un monstruo. ¿Qué clase de criatura era esa niña capaz de noquear a un cuasi emperador de un solo golpe? Una cosa así parecía impensable en este mundo.

“¿Qué tipo de ancestro antiguo  es esa niña?” preguntó en voz baja la Princesa Chen a Mu Hu, quien también estaba visiblemente nervioso.

El Joven Maestro Lan Yuan y el monje Zhu los miraron, esperando respuestas. ¿Cómo podía existir un ancestro antiguo tan poderoso sin que nadie lo supiera?

“No lo sé”, admitió Mu Hu. “Es la segunda vez que la veo. Solo sé que es nuestra antiguo ancestro, pero no sé nada más”.

“¿Alguien más se atreve a faltarle el respeto a mi abuelo?” preguntó la niña, alzando de nuevo el puño y mirando a todos con una actitud desafiante.

Su mirada recorrió a los presentes, y nadie se atrevió a responder. Incluso bajaron la cabeza para evitar su mirada.

Li Qiye sonrió y negó con la cabeza, tomando a la niña de vuelta en sus brazos.

“Vámonos. Vamos a echar un vistazo”, dijo Li Qiye, mirando hacia una hoja verde a lo lejos.

“¡Sí! ¡Vamos!” gritó la niña emocionada.

Nadie se atrevió a decir nada más, solo miraron la escena con estupor.

Entonces, Li Qiye levantó la mano y hizo un gesto de llamado. Nadie entendió lo que estaba convocando, pero lo siguiente que sucedió dejó a todos sin aliento. Un milagro acababa de ocurrir ante sus ojos.

 

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