Ciel no había guardado silencio sólo para ocultar a su Guía. Lo hizo para protegerla, incluso si eso significaba desafiar al príncipe heredero de su país.
Palabras similares, pero muy diferentes. Jace sintió como si hubiera adquirido una importante percepción.
En el despacho del príncipe heredero reinaba el silencio. Entonces entró el asistente. Esperando que le sirviera el té, Jace extendió la mano, deseoso de saciar su frustración.
Pero en lugar de té, el asistente trajo noticias.
«Alteza, siento interrumpir, pero un noble ha solicitado permiso para entrar en palacio».
«…¿Es necesario que me molesten con cada informe?».
La irritación de Jace iba en aumento. Hoy, el asistente, normalmente con tacto, parecía especialmente irritante.
Sin embargo, el asistente continuó, sabiendo bien que pasar por alto este asunto podría provocar un mayor alboroto.
«La joven Lady de la Baronía de Closch desea tener una audiencia con usted, Su Alteza. ¿La despido?»
En ese momento, Ciel, que había estado sentado en silencio, se levantó de repente, y Jace respondió rápidamente.
«¡Déjala pasar! Y tú, Duque, espera aquí».
«…Su Alteza…»
«Es una suerte. No puedo saberlo todo sólo por sus palabras. Es mejor preguntarle a la Lady directamente.»
«Pero…»
«Nada de peros. Te lo diré de nuevo. Este asunto también debe ser conocido por Su Majestad. Es mejor que lo entienda completamente. ¿Entendido?»
«……»
Ciel se preguntó por qué había venido Irene. Ya era extraño que hubiera venido a la capital, pero ¿por qué buscar una audiencia con el Príncipe Heredero en vez de con él?
Ansioso, Ciel empezó a pasearse por el despacho como un cachorro inquieto, mientras Jace engullía el té helado que le habían servido con retraso.
Ambos expresaban su tensión a su manera.
Pronto, el asistente anunció la llegada de la Lady.
«¡Entrando, Joven Duque Leopardt, Lady Closch y Lady Clausent!».
Ciel sintió algo en cuanto oyó que Aiden también entraba.
Había venido con determinación, y con alguien de quien él nunca había oído hablar. Esto hizo que se le formara un nudo en el estómago.
Tenía la sensación de que esta nueva persona también era un Esper.
Mientras Ciel contemplaba la puerta con mirada gélida, su expresión se derritió al instante al ver a Irene.
¿Cuánto tiempo había pasado desde la última vez que la vio?
Su corazón latió rápidamente.
«Irene…»
Gritó con voz anhelante, pero Irene no le dirigió ni una sola mirada.
Su corazón pareció desplomarse en ese momento. ¿Estaba enfadada?
Sus ojos, llenos de ansiedad, la siguieron.
«Saludamos a Su Alteza Imperial, Príncipe Heredero».
«Presentamos nuestros respetos a Su Alteza Imperial, el Pequeño Sol del Imperio».
«Soy Lacie, la hija mayor del Condado de Clausent. Es un honor que se me haya concedido una audiencia con usted, Su Alteza».
Aiden, Irene y Lacie saludaron a su vez. Sólo entonces Ciel se dio cuenta de que la nueva persona era una mujer, pero no bajó la guardia.
Su intuición le decía claramente que era una Esper.
Era inevitable, teniendo en cuenta cómo Lacie se pegaba a Irene, como si fuera a morir si las separaban. Ciel se dio cuenta de este comportamiento desesperado.
«…Clausent, la casa que guarda las fronteras del sudeste del imperio».
«Es un honor que reconozcas nuestra casa».
«Somos muy conscientes de las familias que protegen el imperio. Y siempre agradecidos por ello».
«Es nuestro deber, Su Alteza.»
«El futuro del imperio se ve muy brillante.»
Jace no podía ocultar su placer. Parecía un poco tenso mientras miraba a Irene, y luego habló primero con Aiden, que estaba a su lado.
«Así que el Joven Duque también está aquí. Me alegra verte con buena salud. Parece que también has crecido más…»
«Pido disculpas por haberle causado alguna preocupación, Su Alteza.»
«Sí, de hecho estaba preocupado.»
Jace, que había visto a Aiden a menudo en la infancia y recientemente en un banquete, le saludó más cómodamente.
Finalmente, como si hubiera llegado a su último destino, se dirigió a Irene.
«¿Se ocuparon bien de los monstruos? Fue lamentable tener que despedirte tan abruptamente la última vez».
Al oír sus palabras, Ciel la miró desde atrás.
Jace se dio cuenta y chasqueó la lengua. Tanto alboroto por su Guía…